Los excluidos

Los excluidos
Por Armando Charles
26 de mayo de 2009.

Supuestamente, el acceso universal a la salud es una de las prioridades y objetivos de los gobiernos.

Tanto la federación como el estado se adornan en la difusión de sus planes y programas, cuando de cobertura y avances en salud pública se trata.

Pero sabemos que los servicios médicos y las medicinas son bastante caros para quienes no disfrutan de seguridad social laboral.

Los neoliberales suelen ver, en los servicios de salud, solo un negocio más, y hay políticos que los conciben como dádiva del poder.

Ya se imaginará usted cómo entienden los poderosos el derecho fundamental a la protección de la salud de las personas.

El caso es que la atención médica preventiva, curativa y de rehabilitación no siempre está disponible para todos, o no lo está en las mejores condiciones de oportunidad, eficiencia y calidad.
Pongamos un ejemplo, por todos sabido:

Hay personas que deambulan por las calles, descalzos, sucios, hambrientos, y desamparados.

Son los excluidos; los que sufren trastornos mentales; los que duermen donde pueden, comen lo que les dan, y han sido abandonados a su suerte. Si bien, algunas personas se compadecen de ellos, y les ayudan.

Muchos de esos pacientes suelen ser inofensivos, tranquilos, pero otros son un riesgo para los demás, y para ellos mismos.

Aunque tienen derecho a su integración social y a una vida productiva, pobres -como son- y atados a sus desventuras, simbolizan un problema de salud pública que el estado no ha sabido resolver.

Y es que los gobiernos van y vienen, pero los enfermos mentales crónicos, o quienes padecen alteraciones emocionales temporales, no siempre reciben la atención médica, o el tratamiento psicológico o psiquiátrico que requieren.

No obstante sus delirios e ilusiones, los pacientes de esquizofrenia, paranoia, delirium tremens, demencia y otras patologías, son seres humanos en especial desventaja.

Y así los vemos deambular, sin rumbo, por las calles del corazón de Tamaulipas. Así los vemos empeorar su situación de salud, cuando son excluidos, abandonados, ignorados.

Desde luego que hay familias que sí cuidan a sus enfermos, pero tampoco reciben ayuda suficiente del estado, de la federación, o de los municipios.

Por lo cual, una solución, o al menos una esperanza para quienes carecen de seguridad social laboral (especialmente para los grupos vulnerables), sería garantizar, por ley, el acceso universal, permanente y gratuito a los servicios médicos, medicinas, y atención integral en salud.

La pregunta es: ¿Dónde está el presupuesto para que esto sea posible?

Si los gobernantes gastan más en lujos y cabalgatas, en privilegios, publicidad o informes vanos, y si hay corrupción e impunidad, o no se aplican correctamente los recursos públicos, tal vez sea porque les interesa más la política o los negocios que la salud de las personas.

Y, obviamente, los gobernantes enriquecidos y sus empresarios favoritos pueden atender a sus familiares en el extranjero, o en prestigiosas instituciones médicas del país, si fuere el caso.

Pero, la situación de las personas excluidas del acceso a la salud y a una vida digna, es muy distinta, y requiere atención inmediata… sin pretextos.