Propaganda

Propaganda

TANGENTE
Por Oscar Díaz Salazar

Se extrañan, aunque no queremos que regresen, los tiempos en que la propaganda política la encontrábamos hasta en la sopa.

Los candidatos y los partidos políticos han respetado en esta elección la prohibición, que desde hace mucho tiempo existe en los Códigos electorales, para fijar propaganda en el mobiliario urbano.

Para el baúl de los recuerdos quedaran las fotografías de las calles de Reynosa atiborradas de pendones, pasacalles, posters, calcas y pintas que se colgaban, embarraban, pintarrajeaban y se superponían en postes, bardas, taludes, camellones y cuanto artefacto se cruzaba en el camino de los encargados de colocar la propaganda.

La prohibición de fijar anuncios en los recintos o mobiliarios públicos, se complementa, creo que de justa manera, con la posibilidad de fijar, pintar, rotular o lo que sea, en las bardas o construcciones de carácter privado.

Es correcto que en las casas o negocios de los particulares, permitan o hagan directamente sus propietarios, lo que quieran con sus bardas o patios.

Mucho tiempo ha transcurrido, y creo que esta elección representa un avance en este aspecto, desde los años 70 en los que se rotulaban mantas (telas) con el nombre del candidato, el logo del partido, algún slogan y un pequeño texto con una propuesta de campaña.

De esos años es también la colocación, en los postes de energía eléctrica y teléfono, de la fotografía del candidato, impresa en papel periódico, que por lo general se imprimía en las rotativas de los diarios locales.

Los rudimentarios “posters”, impresos en blanco y negro, se fijaban con “engrudo” a la superficie cilíndrica y sucia de los postes de madera. Los niños y jóvenes de la actualidad no conocen este pegamento casero hecho de harina de trigo y agua, que ya solo utilizan los artesanos que fabrican piñatas.

El trabajo en las campañas era voluntario, por lo menos en los partidos diferentes al PRI, en la oposición. Gratuita era la labor que hacían rotulistas, pintores de brocha gorda, los que repartían propaganda, los que conducían los vehículos del perifoneo, los maestros de ceremonias y los que colocaban calcomanías en los vehículos… hoy les llaman stickers, están hechas de materiales plásticos, muy brillosos, con diseño de profesionales (pagados) y los colocan jóvenes que nada saben ni les interesa la política, van por sus trescientos pesotes.

Pero no quiero desviarme de la buena noticia que representa el respeto al paisaje urbano, a la imagen de la ciudad y a la funcionalidad de la vía publica que anteriormente se ahogaba con propaganda.

Esta medida de prohibir la colocación indiscriminada de publicidad, abarata también las elecciones, y aquí me refiero al dinero que se utiliza en las campañas políticas, no a la calidad de las propuestas y al nivel del debate político.

Con la restricción de contratar propaganda en radio y televisión, se han generado condiciones mas justas para los participantes en las contiendas electorales, que en el pasado las ganaba quien gastaba mas dinero – por lo general dinero publico, de los contribuyentes – y no quien ofertara un mejor programa de gobierno, o quien demostrara contar con las habilidades y aptitudes para ejercer el cargo en disputa.

Por eso creo que esta elección se lleva en un mejor ambiente y será mas equitativa… espero que tan limpia en sus resultados y en su organización, como lo ha sido en relación a la imagen urbana.